A Gallardón no le vale con estrenar Palacio y despacho con decoración minimalista, gastándose cerca de 400 millones de euros en el traslado y acondicionamiento. Ahora, la ha tomado con el genial escritor Francisco de Quevedo, molesto quizá, por las recientes críticas a su persona.
Érase un alcalde a una ambición pegada
érase una ambición superlativa,
érase una ambición Gallardón y altiva,
érase una ceja larga muy peluda.
Era “una” de la costa del sol pelotuda,…
Parece que el Alcalde le ha amenazado con bajarle del pedestal y sustituirle por una estatua “minimalista, moderna y chirimbolesca”: MAZINGER GETA
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